En el libro “La educación del ser emocional”, Juan Casassus, establece en uno de sus capítulos las características de nuestra propias incompetencias emocionales, es decir un estado de no tomar conciencia sobre lo que nos esta ocurriendo emocionalmente y que causas y efectos provoca en nuestro ser dicha situación.
El autor plantea que existe un plano de inconciencia emocional que se relaciona con uno mismo, donde sus principales características son:
a) No darnos cuenta de lo que sentimos, por falta se sintonía interna o de educación de nuestro propio cuerpo en torno a sus pulsaciones emocionales. Cuantas veces escuchamos de nosotros mismo o de otras personas: “no se que me pasa”. De eso estamos hablando, de una incapacidad de reconocer que nos ocurre, donde nuestro cuerpo y nuestras emociones quedan a la deriva del camino.
b) No ser capaces de nombrar o de comunicar a otros que nos esta ocurriendo. Esta otra situación también nos ocurre con frecuencia, desde la clásica declaración de “no me pasa nada” hasta nuestra incapacidad de colocar nombre a lo que estamos sintiendo.
c) No darnos cuenta de porque estamos como estamos. Es decir una barrera interna que no nos permite asumir y reconocer el porque del estado de nuestra existencia en determinado momento estableciendo entonces generalidades como “yo siempre he sido ahí” o “yo soy así y punto”. De esta forma verbal no damos ni nos permitimos tomar conciencia de que nos ocurre y porque.
d) No ser capaces de aceptar lo que nos ocurre e intentar colocarnos en un plano del deber ser y de lo que nos gustaría sentir en determinado momento, desconectándonos de nuestras propias vías de comunicación interna.
e) Asumir que lo que nos pasa es un todo omnipotente donde nada ni nadie puede cambiar el destino de las cosas, situación que es muy general desde el punto de vista de nuestras propias construcciones (generalizaciones), donde las respuestas que construimos nos llevan al inmovilismo y al sufrimiento.
Pensemos en cada una de estas situaciones, en cuantas veces nos han ocurrido en nuestra vida y en cuatas de esas oportunidades han sido signo de sufrimiento y de pesar en nuestra existencia. ¿Qué hubiese ocurrido si hubiésemos tenido más herramientas y una mejor conexión con nuestra propia corporalidad?
Estamos a tiempo de ir aprendiendo a establecer estas conexiones y a dejar de ser ignorantes de nuestra propia vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario